Esta novela ha de leerse por capítulos de manera ordenada. Debes comenzar por la primera entrada e ir ascendiendo.

sábado, 12 de enero de 2008

Capítulo Primero: Antecedentes de Toulouse

Capítulo Primero:

Antecedentes de Toulouse:


Me di la vuelta bruscamente, no había nada, pero sonaban pasos que retumbaban en toda la sala. Estaba aterrado, ¿qué estaba ocurriendo en aquella sala?

Comencé con paso temeroso a retroceder y acercarme de nuevo al altar, me pareció que los ruidos venían de la girola, ese pequeño pasillo que va por detrás del altar rodeándolo. Había un muro abierto en el ábside, extraño... ninguna iglesia que había visto tenía dicha puerta... Insté a bajar despacio, los gritos sonaban cada vez más atroces y quebrados. Prolongué mi descenso durante casi dos minutos...¿a cuántos metros estábamos bajo tierra? Preferí no pensarlo. Por fin terminó y un estrecho pasillo con celdas a los lados, un pequeño muro entre celda y celda, antorchas colgadas en dichos muros y al final del pasillo una estatua que no podía distinguir desde allí. En una de las últimas celdas se reflejaba el fuego en el suelo... había algún tipo de líquido... ¿qué está ocurriendo?

Estaba claro, los alaridos provenían de allí puesto que mi cabeza estaba a punto de estallar debido al eco que producía estragos en mis oídos.

Seguí caminando muy lentamente. Había celdas abiertas y otras cerradas. La mayoría tenían las cerraduras reventadas, habían sido violentamente arrancadas, ¿pero cómo o mejor dicho...por quién?

- ¡Alto! ¿Quién anda ahí? me dijo una voz grave pero muy cuidada en un perfecto francés.

Habían oído mis pasos, entre balbuceos conseguí contestar:

- Me..me llamo Dumue... Dumue Román Lliure, ¿quién es usted?

- Jajaja, muchacho, sal de aquí antes de que pueda cogerte, ¡estoy sediento, llevo semanas sin beber!

- Oh, señor apresuré el paso hasta acercarme a su celda pero está usted muy pálido, ¿cuánto hace que no se alimenta? ¿quiere que vaya a por algo de comer? no tardaré.

- Llevo dos semanas sin alimentarme, ya te lo he dicho, pero no podrías traerme lo que necesito, de todos modos dijo que vendría pronto a alimentarme, que esperar me ayudaría pero... arghhhhhh arremetió contra los barrotes y pude ver unos ojos muy brillantes y unos enormes colmillos prominentes de sus fauces ¡no aguantaré! ¡El dolor es muy intenso... me debilito por días! Necesito tan solo un sorbo...

- Señor... he de serle franco, me está usted asustando, no entiendo la mayoría de sus actos y quizá debiera tranquilizarse, quizá si le traigo algo con que pueda alimentarse...

- ¡No! Estúpida sabandija, no lo entiendes, eres tú el que provoca estos espasmos en mí, eres tú de quien me quiero alimentar, no lo entiendes. Pronto vendrá... y me dará de comer... si eres lo suficientemente listo, saldrás de aquí sin mencionar nada a nadie... o te encontrará.

- ¿Pero quién? ¿De quién me está hablando señor?

- De mí una hermosa voz irrumpió en la sala y me asió del hombro con firmeza pero sin ejercer presión soy un maleducado, he irrumpido sin presentarme, mi nombre es Ladoisieur, Dr. Ladoisieur. Y veo que ha encontrado a mi amigo Monsieur Duran.

- Si, oh doctor, debe ayudarlo. Monsieur Duran está muy enfermo, dice que lleva dos semanas sin probar bocado, y ha despertado unos impulsos extraños, creo que comienza a delirar. A actuar instintivamente, no se si me entiende.

- Perfectamente, Monsieur....oh vaya, aun no se ha presentado. Usted es...

- Monsieur Dumue Román Lliure, vengo desde Barcelona, soy un turista. Al parecer vine a rezar a la iglesia equivocada jajaja.

- Monsieur Román, he de serle franco... soy un parapsicólogo e investigo sucesos extraños realizados por gente enferma... enfermedades muy peculiares... tales como la licantropía o el vampirismo, trolls, duendes y demás diablillos, ya sabe... aquello que la gente no cree.

- Ah...vaya, ¿y usted cree que existen?

- Tiene justo delante un perfecto espécimen... Monsieur Duran, salude al caballero con sus increíbles colmillos.

En ese instante abrió la celda y dejó escapar a la bestia, se abalanzó sobre mí y sorbió cada partícula de sangre que ocupaba mi cuerpo, me zarandeó, lanzándome hacia arriba y hacia abajo, comenzó a elevar nuestros cuerpos a lo largo del pasillo. Finalmente me empotró contra la estatua, me inmovilizó con su fuerza y comenzó a besar mi cuerpo y a decir entre susurros y alaridos lo mucho que me necesitaba, lo mucho que había estado buscándome y comentó también que me había visto en sueños y que sabía perfectamente que este día llegaría hoy. Tomó mis manos y las besó, cogió mis brazos y los puso en torno a él y entonces fue cuando decidió poner fin a mi sufrimiento, dejarme con el último hálito de vida y ver como se agota poco a poco, mientras el profesor se reiría y de nuevo Duran embistió con toda su fuerza dándome el abrazo mortal. Finalmente dejó caer mi cuerpo, sin una sola gota de sangre y totalmente pálido mientras se relamía y se limpiaba con las mangas, saciado por fin de toda sed. Miró al profesor y ambos se sonrieron, Duran hizo un asentimiento con la cabeza y dijo cabizbajo “gracias maestro”. Y allí yació mi cuerpo postrado en la lúgubre losa de aquella iglesia, y mis ojos tenían apariencia de un hombre que está soñando. Y las luces de las antorchas, que sobre él se derraman, tiende en el suelo mi sombra. Y mi alma, en el fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, no podrá liberarse ¡Nunca más!

Desperté con chorretones de sudor por todo mi cuerpo. Empapado en él me incorporé y me di tremendo golpe contra el espejo retrovisor interno de mi auto. Había estado durmiendo durante media hora desde que paré por 20 minutos... no pude contener la risa, un ataque de risa que no pude sofocar hasta pasados 5 minutos. Me calmé un poco y de nuevo hice contacto con la llave. Arranqué y me puse de nuevo en marcha. Miré al asiento de copiloto y allí estaba lo que forzó ese final a mi sueño, libro de Edgar Allan Poe abierto por la página de El Cuervo. ¡Todo había sido una pesadilla! Jajaja, menuda imaginación tienes Dumue, Iglesias con cruces hacia abajo, vampiros, licántropos... todo efecto de mi imaginación. Decididamente debía dejar de leerlo. El viaje se hizo más corto de lo que pensaba, llegué al antiguo templo cristiano de Toulouse y me dije “ bueno, otra vez aquí” comencé mi paso tranquilo aún entre risas. Entré en la parcela de la iglesia y fui muy lentamente, comencé a tener escalofríos, quizá no había sido un sueño sino una premonición... había leído sobre ellas y personas que las tenían frecuentemente... Así el pomo de la iglesia y tuve miedo por primera vez en la noche. Giré el pomo y la puerta estaba cerrada. Se me había olvidado usar la llave en la lúgubre cerradura. Me estaba empezando a poner nervioso. Finalmente la puerta cedió.

Asomé lentamente la cabeza por el hueco que abrí y me empecé a reír de nuevo.

Nada. Ni una sola cruz boca abajo, a decir verdad no tenía nada que ver con la iglesia que yo había visto. Comencé a caminar sobre su alfombra morada y a observar los bancos, perfectamente colocados y de una madera muy rica. Mis padres debían de poseer una fortuna para amueblar de aquel modo todo aquel templo. Tapices preciosos a ambos lados, candelabros de plata, una enorme bóveda pintada con ángeles y todo tipo de pinturas bautismales. Subí al altar donde estaba la Biblia abierta, la cerré y no había ninguna tachadura sobre la palabra Sagrada. De nuevo comenzó mi ataque de histeria y risa entrecortada.

Recorrí la girola para comprobar que no había ningún muro abierto. Comencé a pasar las manos por las losas y a respirar. Me apoyé de espaldas al muro y entonces sentí terror, una de las losas cedió y el muro quedó hueco, había unas escaleras de caracol, tales como las anteriores... podría ser qué.... no... me empecé a decir a mí mismo palabras que me tranquilizara, “todo ha sido un sueño, no te preocupes ahora vamos a bajar y ver que no hay nada”, comencé a bajar las escaleras con cierto miedo y de nuevo ese pasillo... las antorchas, los barrotes... pero ninguna celda destrozada... todas cerradas.... ¿qué estaba ocurriendo? ¿Había tenido realmente una premonición? Me estaba poniendo nervioso. Comencé a forzar la vista y me percaté de que estaba allí el pequeño charco que había visto durante el sueño. Comencé a caminar entre las celdas hasta llegar a el mismo charco y ver que goteaba del techo...

¡Tenías goteras! No me lo puedo creer... comenzó un nuevo ataque de risa y finalmente miré a la celda entre risas... había un cuerpo que yacía en el suelo.

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